Recientemente el Center for the Future of Work, el think tank de nuestro socio Cognizant, analizó cómo será el mundo en el 2025. Se eligió esa fecha lo suficientemente lejos de hoy como para establecer que las consecuencias del coronavirus realmente hayan cambiado las cosas, pero no tan lejos como para evitar que sea una mera especulación.
El Big Bang del Covid-19 vaporizó las creencias de que ciertos trabajos nunca podrían hacerse en forma remota, en línea o virtualmente. “¿Cuál es la lección duradera que nos dejó el virus? Todo lo que podía moverse en línea, se trasladó a en línea y se mantendrá en línea”, indicó Cristián Argüello, Country Manager de Cognizant en Argentina.
Teletrabajo: antes del Covid-19, trabajar desde casa era un privilegio para unos pocos, pero llegó, y de repente se convirtió en una necesidad para todos. Tratar de trabajar productivamente es algo más que tener una notebook y conectividad a Internet. Se convirtió en una lucha por la supervivencia, por el futuro del trabajo.
Revalorización del rol de la tecnología: antes de la pandemia, la tecnología fue ampliamente responsabilizada por crear una generación antisocial. Los dispositivos significaban distracción. Sobrecarga de información era igual a atención limitada. En medio de la pandemia de Covid-19, aprendimos a amar nuestras comunidades digitales, a encontrar la felicidad en la comunicación en línea y, finalmente, a otorgar a las plataformas de videoconferencia el respeto que merecían. De repente, la tecnología se convirtió en lo único que nos mantuvo conectados durante nuestro aislamiento social forzado.
Viajes de negocios responsables: seguimos en el 2025 y los viajes de negocios perdieron su encanto. Hoy no se vuela como sucedía en los años previos al 2020 donde la humanidad nunca había volado tanto. ¿Un ejemplo? El 12% de los estadounidenses hacían más de seis viajes al año y representaban dos tercios de los viajes aéreos globales (y cada uno de ellos emitía, en promedio, tres toneladas de carbono al año). La incómoda verdad era que lanzar toneladas de carbono al cielo no era algo que pudiera durar para siempre.
Mayores controles: después del coronavirus, todos y cada uno de nosotros comenzamos a ser considerados una amenaza para la salud. Y fueron instalados controles automatizados para comprobar que estamos sanos y evitar contagios. Desde escaneos en edificios corporativos y gubernamentales hasta chequeos médicos que se realizan vía telemedicina 4 horas antes de tomar un avión.
Ciencia aplicada al universo de adultos mayores: con el efecto que tuvo en los mayores, nos dimos cuenta de que había más personas mayores de 65 años en todo el mundo que menores de 5 años. Y para mejorar la vida en el proceso de envejecimiento, surgió un nuevo campo de estudio llamado gerontecnología, una disciplina de vanguardia. Los avances incluyeron el uso de Inteligencia Artificial, sensores, realidad virtual y diseño de usabilidad para mejorar la visión y la audición y apoyar la pérdida de memoria, con el objetivo de mantener a las personas en sus casas, lejos de hospitales.